viernes, 23 de septiembre de 2011

Misterioso Bafomet -1-

Texto transcrito de GUÍA TEMPLARIA SORIANA Y EL ENIGMA DEL RÍO LOBOS, Ed. Sotabur, Soria, 1997, 168 páginas (libro agotado), Autor: Ángel Almazán de Gracia, pp. 151-153


EL MISTERIOSO BAPHOMET

   La figura del Baphomet aparece en los documentos franceses que recogen los testimonios de algunos templarios una vez torturados despiadadamente o que, aterrorizados ante la amenaza de tortura, confesaron lo que los inquisidores dominicos y franciscanos quisieron oír, de ahí que las declaraciones fueran similares en ciertos aspectos a las que antes de habían extraído a los cátaros y que luego volverían a sacarse con las torturas a las brujas.

   Es así como surge un pretendido culto, en el Temple, al llamado Baphomet, que no sabemos exactamente qué fue puesto que unas veces aparece como cráneo (el culto a las cabezas cortadas aparece ya en el mundo céltico europeo y persiste todavía con el culto a las cabezas-relicario de los santos católicos), otras como busto con dos o tres rostros en una misma cabeza, en alguna ocasión se dice que es el busto de una anciano barbado hecho de madera o de metal, una cabeza con dos piernas por delante y otras por detras...,conmo andrógino, etc.

   El nombre de este presunto “ídolo” templario, Baphomet, proviene de la declaración de frey Gaucerant, sargento de Mont Pezat, quien dijo que era la cabeza de un hombre barbado, “in figuram baffometi” (en forma de “baphomet”), y que sólo a través de ella podría salvarse, según le habían dicho. A su vez, un templario anónimo, en 1265, tras la pérdida de Arsouf había escrito la palabra “bahomería” en vez de “mahomería”, de donde ha surgido la tesis de que Baphomet es una deformación languedociana de Bahomet-Mahomet-Mahoma, y curiosamente, según comenta Juan Eslava Galán en El enigma de la Mesa de Salomón, en la catedral de Jaén hay una posible figura baphomética en una moldura gótica de la calle Valparaíso, al que la tradición popular llama Mahoma debido a que antiguamente tenía el rostro pintado de negro, motivo por el que también se le llama “mona”, a lo que Eslava Galán agrega que los paganos llamaban Kismi (mono) a Cristo mismo. Curiosamente, en esa pared hay cuando menos dos marcas de cantería similares a las de San Bartolomé de Ucero (la Tau y la marca que estudiamos, pero sin cruces).. A su vez, Nicholas Wilcox, en La lápida templaria, ha identificado baphomets barbados, como lo está San Saturio, en altorrelieves de la Veracruz de Segovia, Santa María en Fregenal de la Sierra (Badajoz) y en Arjona (Jaén).

   ¿Qué misterio esconde el Baphomet? Juan Eslava lo vincula a la cabalística “Pequeña Figura que representaba lo visible o externo de la Cabeza del Anciano o Dios Primordial” del esoterismo judío y resalta que el baphomet de Jaen tenga la boca cerrada, como manteniendo el secreto, como acontece en San Bartolomé de Ucero con un pequeño rostro orejudo de la portada o en el gesto de silencio que parece expresar una mano en un canecillo del ábside. Curiosamente, enfrente de este baphomet jienense hay una gárgola en forma de dragón-serpiente, como pudiera serlo la que hay en la torre de homenaje del castillo de Ucero (quizás es un águila con una serpiente o sea un dragón).

   Hammer-Piertgstall estima que “Baphe” es una deformación de “Bafé” (inmersión, baño) y “Met” derivaría de “meteos” (espíritu, iniciación”, lo que supondría un símbolo gnóstico de un “bautismo del fuego-espíritu”, lo que parece estar en correspondencia con la fiesta templaria de Pentecostés, en que celebraban los templarios el “bautismo apostólico por el Espíritu Santo”. En este sentido hay que reseñar que Wolfram von Eschembach, en su griálica y monumental obra Parzival, llama “Bautizados” a los caballeros que custodian el Graal.

   Gérad de Sède, por su parte, traduce “bapheus mété” como “pintor de la Luna”, por lo que la indicación templaria de “in figuram baffometti” pudiera considerarse como “según la manera de los pintores de la Luna”, lo que tendría un simbolismo alquimista implícito, puesto que la luna es un símil de la plata, y por consiguiente, de la fase alquimista que sucede a la nigredo: la albedo, la de la boda mística del Ego con el Eterno Femenino, el Anima. En este ámbito alquimista, cabe reseñar que Fulcanelli considera  al Baphomet como un emblema alquimista y, como señala Louis Charpentier, hay que recordar la presencia iconográfica en la alquimia del Rebis, lo doble, es decir, del andrógino, símbolo de la Piedra Filosofal a su vez, y cuya figura, que bien pudiera tener como antecedente a Jano, es claramente baphomética.

   A su vez, John Charpentier ha expuesto otra hermenéutica para descrifrar la palabra Baphomet, señalando que es un apócope de Ba-Homet, derivado de San Juan BA-utista y Ma-HOMET, tesis que es sumamente sugestiva por cuanto aglutina, a nuestro entender, dos gnosis: la joanista, dada a conocer últimamente por Lynn Picknett y Clive Prince, y la sufí-shiíta. Estos investigadores vienen a insinuar que la “cabeza cortada” de Juan el Bautista está presente en la memoria de los templarios cuando contemplan las cabezas baphométicas, máxime cuando, en opinión de estos autores, el Círculo Interior templario preservó la gnosis joanista, cuyas raíces se asientan en los Misterios de Isis-Osiris, como se desprende de la lectura del Levitikon, una versión del Evangelio de San Juan, que datan algunos en el siglo XI y que sirvió de base para que Fabré-Palaprat fundara su Iglesia Neotemplaria de San Juan, en 1828. Y bueno es recordar, al respecto, que en Río Lobos estamos hablando de San Juan de Otero y que la parroquial de Ucero está dedicada precisamente a San Juan Bautista.

   Muy a tener en cuenta es, igualmente, la investigación desarrollada por Hugh Schonfield sobre el sistema de codificación templario, y que ha demostrado que utilizaban el denominado como Cifrado Atbash, el mismo código encriptado utilizado precisamente mil años antes por algunos autores de los Manuscritos del Mar Muerto. Pues bien, Schonfield, partiendo de este Cifrado Atbash ha descifrado posiblemente el enigma de la palabra Baphomet puesto que la traducción da la palabra griega Sophia, Sabiduría.

   Ahora sí que estamos en pleno Misterio puesto que Sophia es, en la hermenéutica junguiana, el grado más alto del Anima, superior incluso al representado por la Gran Diosa Madre (María en el cristianismo). A ella, en realidad, estaban dedicadas las catedrales; ella era Notre Dame en la gnosis templaria.

   Ella es la de los Mil Nombres, entre los que está Isis (lo cual nos enlaza con la tesis joanista-templaria de Picknett y Prince, sobre todo si tenemos en cuenta que el el texto gnóstico Pistis Sophia de Nag Hammadi se vincula con María Magdalena). 

   Sophia, la Sabiduría, enlaza, en el ámbito microcósmico humano con las técnicas del Despertar del Alma, cuales son el Tantra, el Amor Mágico, la Iniciación de A-Mor, que supone una transmutación de la sexualidad, la cual está expresada plenamente en los canecillos de San Bartolomé de Ucero.

Canecillos de la Pareja Alquímica de A-Mor en San Bartolomé de Ucero (Soria)

Nota: Esto fue escrito en 1997, a partir de lo que había leído y de mis creencias y conocimientos de entonces....Desde entonces "ha llovido mucho" y he sido "regado" con muchas "aguas" distintas a las que entonces me servían de fuente.

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