El Grial [o Graal] es el vaso sagrado, la copa que,
según la leyenda, sirvió en la Cena, y en la cual
José de Arimatea recogió la sangre y el agua que manaban
de la herida que la lanza del centurión Longino hizo en el costado
de Cristo; parece que el propio José de Arimatea transportó
luego el Grial a Gran Bretaña.
Dicho vaso sagrado, que contiene
el «brevaje de la inmortalidad», aparece en gran número
de leyendas medievales relativas a la «Búsqueda del Grial»,
es decir, a la busca de la Sabiduría perdida; todos conocemos la
famosa Mesa Redonda construida por el Rey Arturo, siguiendo los planos
del encantador Merlín, y destinada a recibir el Grial cuando uno
de los doce caballeros llegara a conquistarlo, y lo llevara de Gran Bretaña
a la Armórica. (La copa del Grial fue labrada por los ángeles
en una esmeralda desprendida de la frente de Lucifer cuando éste
cayó; confiado a Adán en el Paraíso terrenal, perdido
después del pecado original, el Grial fue recobrado por Set, que
pudo entrar al Paraíso terrenal, y luego por otros, antes de Cristo.)
La pérdida del Grial es, en suma, la pérdida del Conocimiento,
«perdido», o mejor, oculto y que se trata de volver a encontrar.
En esas tradiciones se entrevé un vínculo
entre el esoterismo cristiano y la tradición céltica, es
decir, druídica: sus orígenes son, por lo demás,
bastante misteriosos. Todas esas leyendas parecen haber sido utilizadas
por gran número de agrupaciones más o menos iniciáticas,
y sin duda también por los albigenses...
«Ya no es en la isla de Bretaña,
sino en Galia, en los confines de España, donde se conserva el Grial. Un
héroe llamado Titurel funda un templo para depositar el santo Vaso
en él, y es el profeta Merlín quien dirige esta construcción
misteriosa, pues fue iniciado por José de Arimatea, en persona en el plano
del Templo por excelencia, del Templo de Salomón. La Caballería
del Graal se convierte aquí en la Masenia, esto es, en una Francmasonería
ascética, cuyos miembros se llaman Templistas, y aquí puede
verse la intención de unir a un centro común, figurado por ese Templo
ideal, la Orden de los Templarios y las numerosas cofradías de
los constructores que entonces renuevan la arquitectura del medioevo. Esto
nos permite entrever mucho de lo que podría llamarse la historia subterránea
de aquellos tiempos, mucho más complejos de lo que se cree...»
No hay comentarios:
Publicar un comentario